lunes, 25 de agosto de 2008

Bien Mal

Por las razones que sean he llegado a la siguiente conclusión.

Nuestra vida vive entre el bien y el mal.

El Mal se alimenta de nuestro dolor, inocencia y abusos. Y maldad.

El Bien se alimenta de nuestro amor, alegría y satisfacción. Y bondad.

El cielo es un lugar sin polaridad negativa.

El infierno es un lugar sin polaridad positiva.

Resumen: cada vez que competimos alimentamos al Mal, cada vez que colaboramos alimentamos al Bien. Cada vez que dejamos que otro nos haga el trabajo y abusamos de su amor, damos alimento al Mal. Cada vez que amenazamos a otro porque no da lo suficiente y le enseñamos en la práctica lo que es ganarse la vida, seguimos alimentado el mal.

El Mal vive de nuestro dolor y su mensaje es: “yo te ayudo a sufrir”.

El Bien vive de nuestro amor y dice: “yo te ayudo a disfrutar”.

Cada uno de nosotros con su vida y sus alrededores alimenta el Bien y el Mal.

El miedo al Bien es lo que alimenta al mal.

El Mal nos quiere malos.

El Bien nos quiere amorosos.

La estrategia del Mal es hacernos creer que no existe.

La estrategia del Bien es la conciencia.

El Mal se disfraza de Bien.

El Bien no se disfraza.

El Mal es sin esfuerzo.

El Bien es con disciplina.

Bien es lo que pide el cuerpo, la biología.

Para el Bien no hay que hipotecar el futuro.

El Mal vive de los intereses en rehabilitación permanente.

El Bien sabe conjugar el verbo contener en todas sus formas y tiempos.

Cuando la contención falta, entra el Mal.

El disfraz del Mal es el bien.

El Mal te causa dolor, vive de tu culpa y hace de la represión un placer.