viernes, 20 de mayo de 2011

FIN DEL MUNDO (ZOMBIES)

Mañana se acaba el mundo… otra vez.
Hace rato que el mundo terminó. Este aviso es para no olvidarnos de la cuestión.
Los vivientes, aun, deben saber lo que ignoran: estamos rodeados de zombies.

Zombi: Ser sin alma cuyo alimento es la energía de los vivos.

Estamos rodeados de seres sin alma que impiden la correcta evolución.

¿Cómo reconocerlos? Es fácil, el problema es la cantidad, son muchos. Igual que en las películas.
No hacen, sólo dicen que hacen. No gobiernan, pero dicen todo el día que están gobernando; no trabajan, pero todo el día dicen que están trabajando; no aman, pero todo el día hablan de amor.
Son coquetos, te ofrecen tres a cambio de diez.
La maña diplomática es su técnica, son expertos en negociación y su mejor adjunto es el maquillador: un periodista asesor de imagen.
Poseen la última primicia en liberación individual, cada tanto aparecen con la “novedad de año” que te hará feliz y vivirás sin problemas. Peritos en intuiciones.
Viven, vivimos, en su hábitat: La Torre de Babel. Cada uno por su lado defendiendo su verdad. Esa verdad no es más que la mentira que sostiene nuestras vidas.
Adoran a un Dios inventado por ellos (como todos los Dioses.) Su Dios tiene vida propia, hace milagros y se le rinde cultos en templos especialmente diseñados. Su Dios (como todos los Dioses) es caprichoso, amenazador y cumplidor de su palabra. Prácticamente todos los días su Dios vocifera, avisa y marca la pauta. Las canalizaciones del Dios son anunciadas por las encuestas y las bolsas de comercio, a las que estamos obligados a someternos y los zombies a esas noticias se entregan.
Este Dios (como todos los Dioses) tiene un nombre, se llama MERCADO. Y como todo Dios tiene sus mandamientos. Como todo mandamiento divino es voluble e intimidante, advierte con castigos eternos si no sigues sus dogmas. No conozco los mandamientos de este Dios, pero sí sé el nombre del libro (que tampoco conozco, pero sé que existe, es un libro secreto.) El Libro se llama “Las Leyes del Mercado”.

Hace rato que el mundo y la vida terminaron.
Trata de vivir sin que te consuman. Ojo, puedes estar durmiendo con el enemigo.

martes, 17 de mayo de 2011

DINERO Y VIRGINIDAD

La dignidad (virginidad) siempre se vende barata.
Por esto todos queremos ganar más dinero.
No estamos ganando dinero, estamos cobrando por nuestra decencia, nuestra dignidad. El sueldo recibido es el precio de la traición. Todos nos queremos vender caro.
Si trabajamos por dinero: odiamos lo que hacemos y al que nos contrata y al destinatario de nuestra empeño.
Si me gusta lo que hago, lo puedo hacer gratis. Si me gusta lo que hago, y eso que hago es liberador, hasta puedo pagar por hacerlo. Por eso yo hago el amor gratis y hasta puedo pagar por hacerlo.
Todos tenemos un precio. El precio no nos hace mejor persona ni nos da mayor valor.
Los que se venden caros, por lo general se creen más decentes.
Se traiciona aquel ignorante de sí, incapaz de decir: Yo soy.
Una persona decente no trabaja por dinero.
Una persona decente necesita más dinero que un traidor de sí, pues no lo tiene.
Un pobre sólo tiene dignidad.
Necesitamos dinero porque no sabemos quienes somos.
Con dinero compro un Yo Soy, que es una mentira, una máscara.
Una persona que sólo trabaja por dinero, por más y más dinero… odia, se odia, es odioso, odiosea, hasta inventa religiones llenas de odio.
El que se odia, quiere, desea, necesita que todos se odien, que todos trabajen por dinero, vivan por dinero.
El dinero cobrado es equivalente a la dignidad vendida.

Yo necesito un mecenas, ¿alguien sabe de alguno?

domingo, 15 de mayo de 2011

LLegar de París

Yo quiero volver a París, de donde vine.
Todos venimos de París.
¿Cuál es tu ciudad luz?

Cuando dejes de ser hijo de tu padre y de tu madre...
...habrás llegado.

Lo notarás al hacer lo que te gusta y obtener lo que necesitas.

sábado, 14 de mayo de 2011

El Hijo Pródigo

Un hijo pide la herencia, deja la comodidad del hogar y se va de fiesta a gastar lo que no ha ganado y sin embargo merece. Ese hijo somos nosotros.
Un padre deja en completa libertad a su hijo para que experimente la vida y sus consecuencias. Ese padre es Dios.
Nada de lo que le pasé al hijo es voluntad del padre. Nada de lo que le pida el hijo al padre será escuchado.
La obligación del hijo es volver al padre, mientras antes lo haga, antes terminan sus dolores.
La obligación del padre es esperar al hijo, mientras antes llegue, antes empieza su alegría.
Conclusión: por orden de Dios, Dios no te escucha.
Si algún Dios te hace caso, es el demonio. Si alguna iglesia te habla de milagros, es la iglesia del innombrable.
Dios no es vanidoso, no es sensible al halago. Los santos no hacen milagros, es imposible, va contra su ética.
Dios no te escucha. Dios te mandó un manual de instrucciones llamado Nuevo Testamento, el cual tú debes interpretar.
En vez de rezar, es mejor hacer el bien.
Tener un Dios que no te escucha se llama idolatría.