domingo, 8 de abril de 2012

2o12

¿Qué hacer para que cambie el mundo?
Los que esperan a los extraterrestres, o los que esperan entrar a la quinta dimensión… Los que esperan… disculpen… son los esclavos.

El asunto es, ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros para cambiar el mundo?
No hacer a otros lo que a ti te no te gusta… ya no sirve por dos razones.
Una dice, cada uno tiene distintos gustos. La otra, la importante, tampoco resulta: yo causo dolor porque otros me lo causarán. Eso significa: hago a otros lo que espero otros me hagan. Vivo a la defensiva, la permanente guerra fría.

Propongo. Yo no me voy a beneficiar de nada que a ti te perjudique. Por más que exista consentimiento, en el abuso siempre hay consentimiento. Por más que las leyes y reglamentos lo indiquen como correcto.
Por ejemplo, si soy médico, sólo pediré los exámenes pertinentes, no los que indique el protocolo. Si soy gasfitero daré mi diagnóstico, aunque pueda dar otro mayor.
Propongo. Yo no me beneficiaré de tu ingenuidad, ni de las costumbres y dejaré de lado el argumento “es que todos lo hacen” o “siempre ha sido así”.
Propongo. Yo no sacaré partido de mi buen porte, ni de mi cultura, ni de mi inteligencia. Ni de mi posición de privilegio en una sociedad: no jugaré a la bicicleta con tus dineros.

Cualquiera que siga estas recomendaciones, está condenado al fracaso. Pues abusarán de él. Y puede arrastrar a sus seres queridos.
Pero alguien tiene que empezar. Empezar es una señal de amor… por los que vienen.

¿Cómo vivir para que el abusador no tenga que hacerlo?