viernes, 22 de abril de 2011

REZAR



Si practicas el cielo, te acercas.
Si rezas por llegar, te alejas.

lunes, 11 de abril de 2011

INFIERNO

Supongamos que después de vivos, cuando estemos muertos, alguien nos juzga y el castigo ya está señalado.
Los juicios después de la vida son varios, varían de tradiciones y creencias. Ahora veremos el juicio al dolor causado.
Dicen algunas escrituras, repiten algunos maestros y yo me hago eco del “efecto del dolor”.
Nadie se quiere morir, pues ya sabemos lo que nos espera.
Al otro lado del telón, ahí donde el juego se hace verdadero, vamos a tener que pagar por siete (7), los dolores causados. Es decir, sufriremos siete veces la intensidad, violencia y rigor del dolor que nosotros le causamos a cada persona.
Si mi dolor causo dolor a muchos, por ser jefe de algo, pagaré de uno por uno. Si me excuso en la inocencia de mi acción, debo saber que la inconciencia no es pretexto. Si digo que el otro aceptó el abuso, debo saber que el consentimiento no es un atenuante, es un agravante, pues se parece a una tentación, a una prueba no superada. Si mi argumento es la ley, si digo que todo fue dentro del marco legal vigente, que sólo aproveche una oportunidad como lo haría cualquier hijo de vecino… ¡Cállate!, no enfurezcas a los jueces. Si realizas una indignidad, no la justifiques con la indignidad de otros, si desea ser infiel a tu cónyuge, hazlo, no esperes la licencia del otro para darte ese gustito.
¿Qué te parece? Si en el otro lado hubiera que pagar por siete el daño causado, ¿qué me dices? Ese es el infierno.
Esta es la razón por la cual nadie se quiere morir. Pero, si seguimos vivos, aumentamos el dolor que viviremos. Vivir es causar dolor a otros: viviendo del dolor ajeno, o de la ignorancia ajena, o de la debilidad ajena, vivimos en la selva, vivimos de la mala suerte ajena, le sacamos partido a la suerte personal, etc. Vivimos de la suerte: si tuve la suerte de ser inteligente, de nacer en una buena familia, un país del primer mundo, un aspecto agradable, etc., me tengo que inventar una religión, buscar una ideología, o trabajar en un ensimismamiento para arrancar del dolor que causo al prójimo.
Los animales también son prójimo, las plantas también son prójimo, el planeta también es prójimo. Hasta las piedras son prójimo.
¡Te imaginas que todo esto fuera verdad!
No te preocupes, el infierno no existe. Todo es infierno.

domingo, 3 de abril de 2011

DIÁLOGO

-¿Te permite tu Dios ganar el dinero como lo haces?
-Mi Dios, no. Pero mi religión sí, y mi iglesia también.
-¡Qué alivio! Te salvaste.