lunes, 18 de julio de 2011

Los Últimos Serán los Primeros

He preguntado a cristianos el significado de la frase “los últimos será los primeros”. Y qué quiso decir Jesús con eso.
Me han respondido algo así como: son los preferidos de Dios para entrar al reino de los cielos.
No lo entiendo. Si son los preferidos de Dios, ¿por qué no se esfuerzan en ser últimos? Prácticamente todos los cristianos que he conocido se esfuerzan por ser primeros. Entonces serán los últimos en entrar al reino.
Por eso no lo entiendo. La explicación tendrá que ser otra. Si esa fuera la aclaración correcta, significaría un desorden emocional.
Sería entonces, los primeros crean últimos para ayudarle a Dios. Los primeros hacen de esta vida un infierno para vivir en su cielo terrenal, y así los últimos tendrían el pago eterno de un cielo permanente. No me parece razonable.
La aclaración debe ser otra.
Parece que se evoluciona como los remeros: mirando el pasado. Quizá la carta de La Luna del Tarot puede ayudar a entender. Al parecer se evoluciona por el lado débil de la situación, por los últimos.
Los evolucionistas, supongamos, tienen la razón: la vida viene del agua. ¿Por qué un pez decidió ser lagartija y desarrollar patas en vez de aletas? ¿De original, de trotamundos, se sintió especial? No, seguramente faltó el alimento y fue expulsado, expulsado del paraíso acuático a la tierra prometida. Los dominantes siempre expulsan a los débiles.
Supongamos que los seres humanos venimos del mono. ¿Por qué algunos monos dejaron el follaje? ¿Cuáles fueron los monos que bajaron del bosque a la pradera? Sería absurdo decir que los más arriesgados, o los monos aventureros. Los nomos que dejaron la selva y fueron al llano no lo hicieron por voluntad propia. No olvidemos, con todo respeto, son monos. Los monos que llegaron al prado de seguro fueron los expulsados de su comunidad, se vieron obligados a retirarse. ¿Por qué? Porque el alimento escaseaba, no alcanzaba para todos. Los fuertes expulsaron a los débiles, de la misma forma que lo hacemos nosotros hoy con los pobres, los débiles, los abusados.
Los primeros expulsados de cualquier paraíso, los primeros últimos, mueren al abrirle camino a segundos y terceros expulsados.
Así… nosotros, antiguos últimos, hoy somos los primeros en la pirámide de depredación. Curioso, la evolución la hacen los peores, esos que miramos en menos.
La diferencia entre unos últimos y otros últimos, la diferencia entre la primera lagartija y el ser humano, no sé cual es. Siempre es lo mismo, el más fuerte se impone y el débil se alimenta de lo que le sobra al fuerte y si el alimento no alcanza se expulsa al débil. Al parecer echamos de menos la selva, ahí donde todos los animales pasan hambre.
En la selva parece, se respeta la ley del chorreo. Nosotros los humanos, los prehumanos, agrandamos la olla para evitar el chorreo.
No falta quien dice “es natural”. Olvidando que el ser humano es “artificial por naturaleza”. (Savater)
Animal es quien desea y aspira a ser macho alfa, animal es quien impone la competencia como forma de vida, animal es quien deja fuera y no integra a los débiles, animal es quien quiere ser mejor que otro. Animal es quien se comporta como animal y tiene una moral, ética e ideología que sirve a fines evolucionistas, de sobrevivencia. Animal es quien usa sus cualidades regaladas por la naturaleza (inteligencia, belleza, fuerza, etc.) para quedarse con lo mejor, y no para mejor repartir lo bueno que la vida nos da.
Hoy los seres humanos somos animales racionales; por racionales, acomplejados. Hemos descubierto una nueva herramienta evolutiva: la superstición. Tenemos una moral supersticiosa, servir a más de un señor. La conciencia ha sido reemplazada por las leyes. El mundo está al revés y no nos hemos dado cuenta. Al ser una especie en evolución, a medio camino entre la selva y el paraíso -la ciudad- tenemos una moral doble, ideal para indecisos, inestables y equilibristas.
Es decir, evolucionamos como animales, pero aun no somos seres humanos: al débil lo mandamos fuera de nuestra vista, competimos para decirnos unos a otros: yo soy mejor que tú. Un competidor no puede ser generoso… Etc.
Resulta curioso, el peor insulto para este animal que se comporta como virus, es decirle: ¡¡¡ANIMAL!!!
Nos identificamos con lo que seremos, no con lo que somos. ¿Cómo llegar a ser lo que intentamos ser? ¿Cómo de virus transformarnos en hombre? O lo que es lo mismo, ¿cómo pasar de Jesús a Cristo? ¿Cómo ser Dioses? Todos los maestros ya lo han dicho, el tarot y la astrología es sólo para eso.
La solución es ponerse al lado de los inferiores, de los débiles, de los expulsados. Como lo hizo Jesús.
Jesús, el hijo de Dios, era como cualquier hijo de vecino, pero de buen nivel social. No pudo haber sido inculto, pues a temprana edad conversó de tú a tú con los jefes de su religión. No pudo haber sido de una clase social sin influencias, pues habló con los influyentes y lo escucharon. No pudo haber sido pobre, si lo hubiera sido no lo habrían convidado a una boda de judíos ricos donde hizo su primer milagro. Su linaje es el de David. Ser carpintero en esa época equivaldría hoy a ser ingeniero. Por lo tanto era hijo de influyentes y cercanos al poder.
Jesús optó por los últimos siendo de los primeros. Los pescadores eran la clase social más baja, inferior a los pescadores estaban los mendigos. Jesús trabajó con los peores, no para que fueran mejores, sino para crear nuevos valores y evolucionar en la evolución. No hizo ninguna alabanza a la meritocracia.
Jesús no reflexionó sobre los problemas de la época. Jesús reflexionó sobre los valores de la época. Es lo destinado a nosotros, reflexionar sobre los valores que sustentan nuestra convivencia. Cada expulsado de un paraíso no debe repetir los valores del paraíso perdido, su obligación es buscar nuevos valores nuevos.
Y dijo Jesús, detengamos la caravana para ir a buscar a la oveja perdida. Es decir, la conducta contraria de un macho alfa. Jesús no abandona ni expulsa, ahí está el secreto de la cuestión.
El secreto es: estar con los peores sin tratar de volver donde los mejores, y sin tratar de ser el mejor de los peores. Para que resulte hay que tener una nueva moral que no sea supersticiosa.
La nueva moral ya la dijo Jesús, somos todos hijos del mismo padre, somos hermanos, nada para mí que no sea para ti. Por si no lo entendiste, todos somos uno, lo que a ti te pasa a mí me pasa, lo que necesito yo lo necesitas tú, lo que a mí me hago a ti te lo hago. Nadie merece más que otro, la casualidad no es un mérito, somos una familia que no castiga al hijo tonto, ni al hermano flojo, ni al igual distinto.
Como todas las especies nos formamos como tales tratándonos como lo que somos. Me humanizo al humanizar, soy una bestia si bestializo, me exploto al explotar. Pero al ser una especie en transición, al estar a mitad de camino entre el animal y lo humano, estamos sufriendo una infantil adolescencia de la cual podemos salir extinguidos.
Nosotros los humanos vamos en choclón, entre nosotros no sobra nadie y tenemos que usar la cabeza para planificar y ordenar la existencia. Aun no nos damos cuenta, como especie todo lo evolucionado se lo debemos a la cooperación, y no les debemos nada a los héroes competitivos. A ningún competidor le debemos algún avance, todos los avances, en todo orden de cosas, se los debemos a los colaboradores. A los competidores sólo les debemos las guerras.
Es decir, no podemos seguir avanzando con la lógica de la selva, ni esa lógica se puede transformar en una superstición.
Hay que esperar a la oveja perdida, como Buda está en la puerta del cielo esperando al último de los mortales para entrar al paraíso.

Primero que no se comporta como último es un acomplejado.

La vida tomársela como una misión, y misión es vivir según tus valores, en todo momento. No negocios son negocios.

Próximo capítulo: La oveja descarriada.
Próximo capítulo: La Meritocracia.

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