martes, 7 de febrero de 2012

Vida Infectada de Hipocresía

La mayoría de los budistas que conozco no han renunciado a ningún privilegio.
Quieren ser Buda sin dejar de ser Sidarta.

Los taoístas llenan sus vacíos y adoran el lleno.

A los cristianos, como los conozco mejor, los encuentro de lo peor.
Viven de lo que no predican.
Predican el amor y viven de la codicia. Uno de ellos dijo: “El lucro no tiene nada de malo”.
Hablan de generosidad y rezan para irse al cielo.
Hablan de humildad y la pompa del administrador general es de miedo.
Hablan de amor y amenazan con el infierno.
Ahorran en paraísos fiscales… Seguramente porque es legal.

Los esotéricos. Que se supone es donde llegan los mejores y los más inteligentes, está plagado de idiotas. Lo sé, lo sé.
Hablan del ego… y saben lo que dicen.
Hablan de amor… y no saben lo que dicen.
Hablan de vidas pasadas… y no saben lo que dicen.
Hablan de manasté… y no saben lo que dice.
Adoran el libro El Secreto… y es un manual de instrucciones para esclavos.
Prácticamente todos los esotéricos que conozco, lo son porque fueron expulsados de la Matrix. Y los que no han sido expulsados, están en comisión de servicio, son parte de la Matrix.

Y yo no sé qué hacer.
Envidio a los cabellos de feria, están todo el día en meditación.
Para la próxima vida… me gustaría ser un semental de cualquier especie.
Mientras tanto, mientras espero a la otra vida, porque no me atrevo a ir a buscarla ni a llevar otra, leo a maestros budistas, taoístas y cristianos.
De niño me gustaba la ciencia ficción que yo llamaba ficción científica. Ahora de adulto me sigue gustando la ficción.
Los textos sagrados son ficción para unos y manuales de superstición para otros.

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