lunes, 15 de agosto de 2011

¿Cómo Saber Cuál es tu Dios?

Cuando hablas con Dios, no hablas con Dios, hablas contigo.
(Si la teología, las clases de religión, tu gurú o tu director espiritual no te enseñan a reconocer a tu Dios, y te ponen a Dios fuera y lejano… Cambia de vida.)

¿Cómo conocer a tu Dios? Fácil.
Autoobservate, ¿en torno a qué das vueltas? Averigua cual es el centro de gravedad de cada uno de tus cuerpos (mental, emocional y físico), escarba en ti y trata de descubrir cual es el valor fundamental que orienta tu conducta en cada una de las áreas de tu existencia. Vigílate y reconócete, con sinceridad, ¿para qué haces lo que haces?
Ahí está tu Dios.
Por ejemplo, un enamorado es una persona con un nuevo Dios.

Todo gira en torno a algo, tal como la tierra gira en torno al sol. ¿Cuál es tu sol?

Estar dividido es girar en torno a valores y conductas contrapuestas en cada uno de los cuerpos.
Narciso gira en torno a sí mismo, se tiene a sí mismo como un Dios. Como es imposible, es una enfermedad.

Damos vueltas en torno a un centro de gravedad. ¿Cuántos centros de gravedad tienes por cuerpo? Quizá seas politeísta.
Monoteísta es quien tiene un solo valor para todos los cuerpos.
Politeísta es quien tiene varios valores para distintas situaciones. Una típica frase politeísta dice: “negocios son negocios”.

Otro tema importante es saber distinguir a Dios del Demonio.
A veces, según el momento, adoramos a Dios en alguna de sus manifestaciones, y en otras adoramos al Demonio en sus inconmensurables y superabundantes disfraces: lobo con piel de oveja; o defiende tu verdad, es lo que te conviene.

¿Cómo distinguirlos? Fácil.
Tu centro de gravedad (tu Dios), ¿cuál es su alimento, qué los inspira a actuar?
El miedo a no tener, morir, el vacío interior, la rabia, el placer, el dinero, etc. Ahí adoras al demonio con alguno de tus cuerpos. Si más encima te sientes cansado, cada tanto debes desconectarte, adoras viajar y sales a mirar vitrinas por aquí y allá (un curso por aquí otro por allá, un negocio por aquí otro por allá, una pareja por aquí otra por allá, etcéteras por aquí y etcéteras por allá), evidentemente el lobo con piel de oveja marca tu brújula.
Si tu centro de gravedad te hace irradiar y contagia está irradiación a los que te acompañan, puedes parecer un lobo, pero eres una oveja.
(Ningún príncipe lo es, sólo algunas ranas esconden un príncipe. Siga participando.)
En el fondo, ¿dónde vives? En el cielo o en el infierno. El Buda está en la puerta del cielo esperando a todos, el Dios que hay en ti está esperando en la puerta del cielo al resto de tus personalidades rebeldes.
Estamos todos en el cielo, o la vida es un infierno.

En resumen, ¿te enroscas o irradias? Los prójimos a tu alrededor, ¿se enroscan o irradian?
En cada persona, ¿ves a Dios jugando al prójimo incógnito, o a un ser que se quiere aprovechar de ti?

¿Cuál es tu causa final? ¿En qué te apoyas para llegar allá? Cada una de tus conductas, ¿te conduce a la causa final?
¿Cuál es tu valor inicial? ¿Es un valor generoso o sólo a ti te conviene?
Vivir en la Casa de Dios, es vivir en ese círculo cerrado por la protección y abierto a la expansión.
Se cierra el círculo, la Casa de Dios, cuando la causa final y primera es idéntica.

¿Cuán lejos eres capaz de ver tu causa final o primera?
Amar es mirar muy lejos. Saber que nunca llegaré a donde voy, pero colaboraré para llegar allá aunque a mí no me convenga. (Se dice que los soldados hacen eso.)
¿Eres cortoplacista o cada acción es un paso que nos acerca a todos y cada uno al punto final?
El mercado es cortoplacista, siempre está insatisfecho. Sufre de eyaculación precoz.

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